El ínclito Francesc de Dalmases, leal escudero de la no menos famosa Laura Borràs, está de vuelta. Semeja que las Navidades le han sentado espectacular, que se ha recuperado de los inconvenientes coronarios (“peligro de infarto”) y que está dispuesto para regresar al Parlament. Eso sí, su vuelta no fué gratis: ha debido abonar la exorbitante proporción de 600 euros para sentarse nuevamente en su escaño.
Cabe preguntarse por qué razón los ciudadanos dejamos que alguien con este perfil –son múltiples las voces que lo apuntan por sus pésimos modales– nos represente y admitimos la irrisoria sanción que le impuso el Parlament por sobrepasarse con una periodista de televisión3 a causa de una entrevista a su inseparable Borràs que no le agradó bastante. Se escucharon golpes, chillidos… pero él niega la intensidad de su bronca y, sin ningún género de vergüenza y tras apartarse un tiempo prudencial de los focos, piensa que es ya hora de regresar.
En resumen, imagino que hay cuestiones mucho más esenciales por las que manifestarse y protestar, como la cima hispano-francesa que va a tener rincón en Barcelona y que dejará la reunificación del independentismo por unas horas. Van a estar todos o prácticamente todos en la fotografía con sus pancartas y abucheos a Pedro Sánchez (que ha cedido frente al soberanismo sobre sus opciones frente a la quietud de las masas), incluyendo el president, Pere Aragonès, que se autoescracheará en esa día; mientras que esté reunido con los presidentes español y francés, su partido, ERC, va a estar dando la tabarra contra la acercamiento. Muy congruente. Juegos de malabares que no hacen sino más bien probar la debilidad de nuestros representantes, inútiles de sostenerse firmes en una posición por el qué afirmarán los oponentes (y votantes).
De todos modos, los que van a salir a la calle van a ser los entusiastas, los persuadidos, y los que no tienen nada que llevar a cabo ese día. Y poca influencia van a tener alén de la cobertura de televisión3 y los medios subvencionados. Entre otras muchas cosas, por el hecho de que la ciudadanía está fatigada de estos plastas, de la política generalmente, con lo que dejó de consumirla en buena medida. El inconveniente es que la opción alternativa tampoco persuade. Esa se encuentra dentro de las enormes taras de la democracia. Aseguran que es el más destacable sistema de gobierno popular, pero ¿qué hacemos en el momento en que ninguno de los aspirantes vale? La política es el arte de hacer inconvenientes donde no hay para llevar a cabo ver que los resuelven. Pero es que ya no los resuelven. Y temo que Dalmases tampoco lo va a hacer.