El huracán brasileiro consigue España. Cuca Gamarra equipara el ataque de los bolsonaristas en Brasilia con los acuerdos de Sánchez con los soberanistas. Y por su lado, Núñez Feijóo, animado por el sorpaso en los sondeos del fin de semana, afirma que desea ganar por mayoría, sin pactar con Vox. Pero afirma: “Esto último por el momento no es tema mío”. ¿Ya que de quién es tema? La cuestión es que el PP no ha culpado la rebelión inspirada por el expresidente de Brasil y tampoco ha felicitado a Lula da Silva, gobernante del país elegido, tras pacificar el país. Pensemos que la rebelión es el resultado de la deslegitimación de un Gobierno salido de las urnas.

Siendo consciente de que no tenemos la posibilidad de vivir ni un día mucho más en este salpicón de marisco, Feijóo dió un paso hacia la moderación, en este momento sí, al denominar a Borja Sémper representante de campaña en año electoral; una designación que prosigue a la de Íñigo de la Serna, exalcalde de Santander. Sémper votó a Soraya Sáenz de Santamaría en las primarias de Pablo Casado y escribió el libro Todos y cada uno de los futuros perdidos al lado del socialista Eduardo Madina, rememorando el desenlace de ETA en Euskadi. Los dos definen una confluencia constitucionalista saludable para España. Por su lado, De la Serna fue un sorayista contumaz, como secretario de Estado en la etapa de Mariano Rajoy.

Tras el traspié en la crisis de Brasil, Feijóo mostró su mejor cara con un giro al centro, al menos en las formas. Y hizo otra cosa: frenar la demanda del PP en Bruselas contra el Gobierno de Sánchez, antes de caer en un absurdo sin fondo.

Sus silencios son mucho más rentables para su partido que sus expresiones. Él es el pecho y su mirada es el ademán. Para progresar su escasa elocuencia, ha buscado el certamen de 2 políticos jóvenes que defenestrarán al grupo de comunicación de Génova y le van a mover la silla a Cuca.

El primordial fallo de Feijóo sería, en estos instantes, sostener la boina calada y proseguir llevando los anteojos de mirada corta. El ataque de la extrema derecha, populista y Neocatecumenal, en Brasilia, tal como su antecedente del 6 de mayo de 2019 en el Capitolio de Washington, argumentan al deseo de hundir la institucionalidad de Occidente. Si no se distancia de las dos brutalidades, Feijóo morderá próximamente el polvo demoscópico, por el hecho de que la opinión pública de españa está tan chocada por estos hechos como por la guerra de Ucrania. Absolutamente nadie desea que España sea otra isla unilateral frente a un planeta multipolar y complejo. El PP no puede jugar con fuego: Brasilia no es Cataluña.

Sánchez, por su lado, está pagando el pato de sus exageraciones legislativas (malversación o reforma exprés de la Ley del Poder Judicial). Los que desean una ínsula Barataria en Cataluña comunican movilizaciones contra la cima hispano-francesa en Barcelona. El president Aragonès participará en la cima, invitado por la Moncloa, pero la contestación indepe proseguirá su curso en la calle: ANC, Òmnium, Junts y exactamente la misma ERC clamarán contra Sánchez y Macron. Requieren imponer la solicitud de autodeterminación, introduciendo en ella la una parte del Rousillon francés, que forma parte a la llamada Catalunya Nord. Aparentemente, ignoran que Le Departament nutre la grandeur, desde el Languedoc a la Guyana francesa.

¿Sánchez les va a poner la otra mejilla a los indepes? Sí; pero todo va a depender de la correlación de fuerzas que viertan las investigaciones con el paso de los meses. La mejor arma del Gobierno, el cuadro macroeconómico que desmiente la hecatombe, todavía no ha entrado en escena. Los nuevos alfiles de Génova vuelven a casa con la misión de adecentar el núcleo duro de un partido que no cumple la Constitución en el CGPJ. Su regreso apunta el sendero: va a ser el año de Borja Sémper.