Ana Losada, la presidenta de la Reunión para una Escuela Políglota (AEB) ha bajado a la arena de cientos de centros de enseñanza para enseñar lo que, a su juicio, es la gran injusticia que se comete con la exclusión del español. La oposición, apostada en oposición al Govern minoritario que ejerce el matonismo lingüístico, es inútil de tomar un hatajo racional. El PSC ha jugado bastante a ocultar bajo el ala la obsesión monoglósica del poder catalán, en este momento a cargo de ERC. Tampoco es de recibo la política complaciente que exhibe la Alta Inspección Didáctica del Gobierno de España con la política lingüística de la Generalitat. El socialismo se quemó de entrada al respaldar el Pacto Nacional por la Lengua, y en este momento trata de evitarlo manifestándose contra las 100 medidas de promuevo del catalán, incorporadas por el Govern el mes pasado de noviembre. El Pacto trastabilla y el PSC piensa en dejar, pero todavía no lo hizo. Es la enésima jugada del nacionalismo y la última ambivalencia de la izquierda.
Exactamente el mismo nacionalismo que pensaba en catalán y rezaba en español, en la temporada del Congreso Eucarístico, impone el día de hoy estudiar, rezar y soñar en catalán. Los mandamases republicanos –minoría en el Parlament– surgen de todo el mundo perdido de la inmersión convergente. Escriben los documentos oficiales en catalán y cierran sus negocios en español; se balancean en la Caverna de Platón, pero aprovechan su situación en la élite para escapar del nido y comprender el planeta que ellos ocultan a sus hijos.
Ana Losada, por Farruqo
El Ejecutivo indepe infringe los errores judiciales que defienden el español en las salas; la presencia del español, como lengua de estudio, es inferior a la que tiene la lengua inglesa, en los centros públicos; el soberanismo convirtió la lengua en religión y en este momento vive de sus herejías. A los que aplastan el alegre gay trinar en independencia, hay que recordarles que las lenguas se charlan en la calle, no se imponen como deseaba aquel «gato pedantísimo retórico», de Tomás de Iriarte. Vencerán, pero no convencerán pues «seducir significa persuadir», como ha dicho el pensador en Salamanca en el instante mucho más dramático de nuestra historia.
Aquí, las mejores letras son políglotas. De esta forma lo asegura visto que escritores como Castellet, Joan Perucho, Miquel Batllori, Pere Gimferrer, Martín de Riquer, Joan Coromines o J. V. Foix, escribiendo en ámbas lenguas, hayan sido premiados con el premio Nacional de las Letras Españolas. El día de hoy recordamos la voz clara de Carme Riese, en el momento en que al recibir este galardón, como autora refulgente y autora en ámbas lenguas, logró una defensa del bilingüismo, en pleno ascenso del procés. Ha dicho entonces que aquel instante político «superaba a cualquier sátira» por «el nivel de absurdo» que hacíamos. El español es un nexo de difusión en todo el mundo y va a ser defendido con estas expresiones de Blas de Otero: «escribo entonces existo/ y soy de los que arman/ la de Dios es Cristo».
El pasado 23 de diciembre, el rodillo monolingüe catalán recibió un palo: una sentencia del TSJC donde se reconoce, en la práctica, el derecho de una pupila de la escuela pública a recibir en español materias troncales o las que considere indispensables. Tras el fallo, Ana Losada y sus camaradas de la AEB, José Domingo y Rafael Arenas, piensan «fracasado el pacto político desarrollado entre el Govern y el Gobierno de España para eliminar el derecho constitucional de los estudiantes a recibir la enseñanza en español».
La mesa de diálogo hace aguas y no solo por la reforma de la malversación. Sus pertenecientes, contentos del ardid, por no entender que de tanto ir el cántaro va a la fuente terminará rompiéndose, meritan el chasco de La Lechera de Samaniego: «¡Oh ida fantasía, qué palacios fabricas en el viento! / Modera tu alegría; / no vaya a ser que, saltando de contento / al contemplar dichosa tu mudanza / quiebre su cantarillo la promesa».
Las fábulas, liturgia iniciática de toda lengua, pasan por el corazón. No deberían aprenderse de memoria; es requisito comprenderlas. De ahí que, al español no le es suficiente con ser curricular. Ha de ser asimismo una lengua vehicular.