El juez que tutela la insolvencia del hotel Juan Carlos I de Barcelona informó este miércoles a los trabajadores del próximo fin del certamen de acreedores del negocio, si bien un conjunto de acreedores denunciará el convenio por el hecho de que ven «estafa», como avanzó Crónica Global. Ello mientras que Meliá, nuevo explotador, se afana en finalizar las proyectos de reforma del complejo turístico urbano del cinco estrellas para reabrirlo de cara a otoño.
El titular de la salón de lo mercantil número 11 de Barcelona se ha reunido este miércoles con los representantes de los 400 usados para informarles de que «hay acuerdo» de la mayor parte de acreedores, como especificó este medio, para alzar la intervención judicial del negocio. Eso sí, el magistrado ha sobre aviso de componentes exógenos que tienen la posibilidad de demorar el desarrollo de firma ciertas semanas mucho más. Se solicita, ya que, una última dosis mucho más de paciencia a los 400 trabajadores damnificados por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) a lo largo de tres inacabables años.
Un conjunto de acreedores, disconformes
Así, el certamen de Barcelona Projects SA, sociedad del hotel Juan Carlos I, va a salir próximamente de certamen. Eso sí, lo va a hacer con la oposición de un conjunto de acreedores minoritarios, que han anunciado escritos impugnando la iniciativa de convenio. Pese a la mayor parte de tenedores de deuda, ellos no están en concordancia y afirman que hay una futura salida de la insolvencia mucho más provechos, con lo que advierten «estafa concursal».
Arguyen que el lugar descansa sobre una concesión de suelo municipal que vence en 2039. Y que la compañía y el Municipio de Barcelona negocian verbalmente una exclusiva concesión. De manera oficial, el consistorio acepta contactos con la propiedad, pero solo como cortesía y para interesarse para el estado de las 400 familias que dependen del negocio.
Proyectos y reapertura con Meliá
En todo caso, la mercantil semeja que va a salir –por el momento– de certamen, mientras que, por otra parte, se prepara su reapertura. El Juan Carlos I volverá a abrir puertas a través de la cadena balear Meliá, que lo rebautizará como Miranda de Pedralbes. Cabe rememorar que fue la firma balear la que impuso el cambio de naming, desterrando de esta forma el apelativo del Rey retirado del lugar.
Sea como fuere, el hotel de 430 habitaciones, spa, Palacio de Congresos, lugar de comidas y región de jardines volverá a operar. Antes, no obstante, se está sometiendo a una reforma que lo adecuará a los estándarses de la firma palmesana y corregirá los defectos de los últimos tres años de cierre. Por ahora, se estima que la primera cosa que logre operar sea el espacio congresual caminando de avenida Diagonal.
Luz en el final del túnel
Con el ready to go se va a poner fin a un lamentable paréntesis de tres años en la explotación de de los mejores hoteles de Barcelona –ahora fue nuevo en 2016 en el momento en que adoptó la marca Fairmont— y que, además de esto, tiene categoría de cinco estrellas enorme lujo, un segmento que el campo turístico solicita cada vez más para contribuir a subir el producto de la ciudad más importante catalana.
Ese hiato dañó, más que nada, a los mucho más de 400 trabajadores, un personal muy preparado que quedó sin empleo y pendiente de los ERTE aprobados por el Gobierno en la etapa mucho más dura de la pandemia. En este momento, con las proyectos en marcha, se está desafectando a personal para reincorporarlo.
Fin al baile de apasionados
También, el próximo fin del certamen de acreedores –esperando de los escritos interpuestos por los críticos— adelanta el objetivo de una pequeña guerra por la propiedad del activo. El Juan Carlos I era propiedad de una rama de la familia real saudita, los descendientes de Turki bin Nassir, pero el fallecimiento repentino de este en 2021 condenó al activo. Sus hijos por el momento no lo deseaban.
Tras ello, negoció por exactamente el mismo Apollo Global Management, pero la operación se derrumbó. Como resultado, el hotel fue a preconcurso, primero, y a certamen, después. En el ínterin, un conjunto de directivos vinculados al empresariado gallego en Barcelona procuró construir una operación para arrimarse al producto, pero nunca llegaron a cerrar su oferta, insisten fuentes próximas a la propiedad.