Al cumplirse cinco años de su épica escapada al lado de Clara Ponsati, Toni Comín y el plasta de Valtònyc, a fin de ponerse seguro de las iras de Mariano Rajoy y de la arbitrariedad de la justicia de españa, Carles Puigdemont, el Mesías de la Republiqueta de los Eight Seconds, escribió una epístola conmemorativa, trufada de medites sobre tan histórico hecho, a los catalonicenses —¡Ay, qué imbécil estoy: a los catalanes!—, pueblo de seres sojuzgados desde tiempo inmemorial por sus malignos vecinos ñordos.

La difusión de la epístola de Puchi coincide en el tiempo con el aviso de concluyente acciones y boicots contra el Ejército español, acuartelado en la Academia Militar de Talarn, por la parte del líder guerrillero Salvador Vergés, diputado de JxCat. Hablamos de hacerles la vida irrealizable a los soldados hasta el momento en que por intención propia se tiren de cabeza al Ebro. En este preciso momento el Centro de Sabiduría de las Fuerzas Armadas ha ordenado pasar de Defcon 3 a Defcon 2 y encender las ojivas nucleares, pues la cosa pinta muy mal.

Volviendo al tema primordial… En la carta divulgada por el heroico president a l’exili, líder supremo de la Coalición Sediciosa Rebelde, el repostero de Amer hace hincapié en lo acertado de su resolución al poner pies en polvorosa en esos tribulados días de 2017, a fin de hacer un Govern extramuros; asimismo en su incansable y lenta tarea de zapa en el momento de denunciar y batallar, frente al Consejo de la Unión Europea y otros organismos supranacionales, el totalitarismo español; en sus muchas idas y venidas y sufrimientos por la causa, y, más que nada, en su irreducible intención de no doblegarse ni caer en la tentación de capitular, renunciando a sus idóneas por un plato de lentejas frías, una reforma del Código Penal o el indulto… ¡Pero quién diablos se han creído que soy yo!

Y sucede que aparentemente a Puigdemont le han visitado prudentemente —y probablemente en más de una ocasión—, en la humilde chabola donde malvive en el vecindario de favelas de Waterloo, emisarios del PSOE mandados por Pedro El Magnánimo de Silla Desequilibrado Sánchez, poniéndole la miel en los labios… Que si una rebaja de penas por aquí; que si un indulto por allí; que si una amnistía general por acullá; que de inhabilitación nada, y que si vuelve va a ser en loor de multitudes. Satisfacción garantizada o te hacemos un bizum que alucinas.

¿Va a ser verdad tal bajada de pantalones? No lo vacilen. Sería patraña podrida si Puigdemont afirmara que todo eso se lo ha prometido por burofax Santiago Abascal. Pero de Pedro Sánchez nos lo tenemos la posibilidad de opinar todo. Nuestro presidente sigue con vida a sunamis, terremotos, volcanes, tornados y huracanes políticos a partir de mudar cromos, y de prometer que allí donde ha dicho mil ocasiones digo, deseaba decir Diego. Es un profesor sin parangón en el arte del subterfugio, la treta y la triquiñuela… ¿Que se enfada Arnaldo Otegi y Bildu repudia asegurar mis capitales?, ya que pasta por un tubo, competencias penitenciarias y acercamiento de presos; ¿que rezonga Pere Aragonès y amenaza con dejarme en la estacada?, ya que se terminó el 25% de docencia en castellano en las academias catalanas y tranqui, que te quito allí esas pajas, sediciones y golpes de Estado con una reforma exprés del Código Penal; ¿que fruncen el ceño Irene Montero, Pablo Echenique y los de Tenemos la posibilidad de?, ya que exhumación y traslado de dictadores, presupuesto millonario, ley trans, solo sí es sí, y lo que se tercie.

La cacareada reforma del Código Penal con objeto de atenuar la condena tipificada por delito de sedición es, en este preciso momento, con el país sumido en una situación demasiado grave, con la inflación fuera de control, los carburantes y la electricidad por las nubes, una cesta de compra inasumible, un nivel de pobreza en expansión, y una clase media despeñándose a agilidad de vértigo por el precipicio, un absoluto sinsentido… ¿Quiere quizá acortar las penas de inhabilitación para que los imputados vuelvan al panal de rica miel y al cargo público —municipales en lontananza— pues los pobres pasan en este preciso momento mucha apetito? ¿Allana el sendero a novedosas tentativas que pretendan subvertir más adelante el orden constitucional? Pedro Sánchez debería comunicarlo, por el hecho de que a absolutamente nadie, a absolutamente nadie, le sirve su peregrino razonamiento de que “en este momento nos encontramos (en Cataluña) bastante superior que en 2017”. Prácticamente mejor que escapemos todos por la derecha, o por la izquierda, o por el centro. Qué mucho más da…

Tampoco se mantiene la pretendida finalidad de esa reforma en el hecho de equiparar las condenas a las que ya están en otros países de la Unión Europea, en cuyas Constituciones delitos idénticos —bien les llamen sedición, quebranto del orden constitucional, rebelión, o atentado contra la integridad territorial— son castigados con sentencias aun mucho más duras que las tipificadas en nuestro ordenamiento jurídico. Patraña podrida. La información está disponible para todos.

Nuestra espía preferida en La Habana, Pilar Rahola, aseguró hace semanas en TVen3 que el regreso de Carles Puigdemont podía darse por hecho. Que solo es cuestión de meses. Y que en 2023 lo vamos a tener aquí comiendo calçots. Lo ignoro, pero bastante temo que va a ser verdad. Sánchez precisa agotar la legislatura (si bien sea a partir de agotarnos de paso a todos) y aprobar unos nuevos capitales. Conque pese a la oposición en el seno de su partido —media parta de los votantes del PSOE no está por la tarea de liquidar las condenas por sedición ni reformar esa ley—, y de las manifestaciones y alharaca del centro derecha, él no cejará en su empeño si eso garantiza su supervivencia. Es formidablemente listo y ahora encontrará el modo perfecto de perpetrar este nuevo disparate con cara de no estar rompiendo un plato.

Si de esta forma lo realiza, la única incógnita por aclarar va a ser entender si a Puigdemont le recopila el Falcon en Bruselas o ponen a su predisposición una limusina fastuosa, dotada de un inmenso maletero con colchón de plumas, mueble bar, smart televisión y wi-fi.

No se olviden de reír. Es mucho más preciso que jamás.