Las «malas» resoluciones que tomó el conseller de Educación, Josep Gonzàlez-Cambray (ERC), han acabado con la paciencia de varios directivos de academias catalanas, que han protagonizado una espantada. En afirmaciones a Crónica Global afirman que no están prestos a actualizar sus cargos al sentirse siempre y en todo momento en el punto de atención de la consejería: «No llegamos a todo, faltan elementos y cada vez nos oprimen mucho más«, enseña Carlos Ortiz, todavía directivo del centro Francesc Xavier Lluch i Rafecas de Vilanova i la Geltrú (Barcelona). Tras tres años, no optará a la reelección al estimar que los causantes de los institutos están «desamparados«.
Cambray ha causado el descontento de toda la red social didáctica. Este enfado se visualizó a lo largo del curso pasado –y se prevé que ocurra nuevamente– en las calles de Cataluña mediante huelgas y movilizaciones en oposición a sus políticas y de su modus operandi, que consistía en comunicar cambios en el sistema mediante los medios y sin comentarlos antes con los damnificados.
Manifestación de los sindicatos de instructores del 25 de mayo de 2022 / LUIS MIGUEL AÑÓN (CG)
Una «sobrecarga de trabajo» inasumible
La «mala administración» de la pandemia en las salas, el progreso del calendario escolar, el cambio en los currículos, la app del 25% de español y la reducción de la hora laborable a mitad de curso son solo ciertas cuestiones que han generado una «sobrecarga de trabajo» que ha obligado a los directivos a replantearse si desean seguir adelante de las academias. Carlos Ortiz lo sabe, ya que no el sueldo –mucho más alto que el del resto de compañeros– le recompensa para seguir ejercitando. «El agregado no es bastante, deberíamos cobrar considerablemente más«, afirma.
No obstante, admite que el económico no fué el fundamento que ha propiciado su renuncia: «Es un cúmulo de situaciones. Los directivos disponemos la compromiso total de todo cuanto pasa», expresa en una charla con este medio.
El 25%, la gota que llena el vaso
Desde los sindicatos comprenden que cada vez haya menos instructores prestos a ejercer esa compromiso, puesto que la Consejería de Educación les deja «desprotegidos». Esto se vió en especial en la cruzada que mantuvo el titular del departamento con el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) con relación al 25% de español. Cambray prometió «protección jurídica a los directivos» que suprimiesen este porcentaje famoso por sentencia judicial, pero esta jamás llegó. Y sucede que cabe rememorar que las órdenes de aplicarlo son nominales. Esto es, van dirigidas a las direcciones y no al Gobierno catalán.
Pero no es la única razón que ha animado que varios causantes deseen ser de nuevo enseñantes rasos. Seguir el curso escolar al 5 de septiembre ha causado que «el curso no esté bien ordenado«, el cambio curricular y la reducción de la hora laborable a mitad de curso «han generado un caos muy bestia«, afirma Ortiz, que está contento por su resolución, pero al unísono se siente «decepcionado» pues ostentar el cargo no es lo que aguardaba.
El muro de contención
Ser directivo en Cataluña no está bien comprado. «El día de hoy tener ese cargo no es atrayente para el colectivo enseñante», afirma, ya que tienen que realizar en frente de los cambios permanentes del departamento y a otros problemas, como el coste de la factura energética, que «no hace mucho más que acrecentar». Los institutos y también institutos que tienen vacante este puesto van a poder escoger al nuevo responsable de cara al próximo curso mediante un certamen de méritos que concluirá el 30 de junio de 2023.

El ‘conseller’ de Educación de la Generalitat, Josep Gonzàlez-Cambray / PARLAMENT
En cualquier caso, los aspirantes para ser nombrados deberán tomar en consideración que «son la primera línea de la Administración», informan los sindicatos. Ya que, agrade o no, son el muro de contención de las resoluciones que ellos no tomaron, pero que deben acatar.