Absolutamente nadie charlará de la reforma del delito de sedición de aquí a un año, en el momento en que se convoquen selecciones en general. Quizá haya remitido asimismo la tormenta generada por la ley del solo sí es sí, lo que es considerablemente más dramático. ¿Dramático? Corrijo: atroz. Por el hecho de que esta regla, de la que Unidas Tenemos la posibilidad de prosigue realizando bandera, se encuentra dentro de las enormes chapuzas legislativas de nuestra historia democrática. Y digo legislativa y no jurídica, por el hecho de que tanto los jueces como la fiscalía, en un concienzudo informe enviado al Ministerio de Justicia –anunciado por Crónica Global–, informaron de las secuelas de esa ley, que en este momento estimula a atacantes sexuales hasta el punto de eludir la prisión.

Que Unidas Tenemos la posibilidad de eche la culpa del goteo de sentencias buenas para los violadores a la interpretación de los jueces es aun obsceno. ¿Qué género de juristas, profesionales, aconsejes cubren a los podemitas en el momento en que se ponen a redactar reformas legales? El padecimiento de las víctimas y sus familiares se podría haber eludido si los asociados de Pedro Sánchez hubiesen sorteado legislar a golpe de titular, o sea, emprender un tema tan grave desde un criterio ideologizado y populista. Tenemos la posibilidad de, con su torpeza jurídica, está ocasionando una triple victimización, ya que a la agresión sexual y el traumático proceso que ordena a rememorar delitos espantosos, se une en este momento la angustia de entender que el acusado va a ver rebajadas sus penas –siempre y en todo momento se aplica la ley mucho más conveniente para el reo— y, como ahora pasa, no pisará la prisión.

El cómputo legislativo de Unidas Tenemos la posibilidad de en este orden, que podía ser muy positivo de haber dejado seguidamente sus apriorismos, no puede ser mucho más nefasto. Entre otras muchas cosas por su resistencia a hablar, negociar y, más que nada, a no dejarse llevar por las prisas. Todo ello piensa una combinación explosiva que, por extensión, perjudica al PSOE, torpe asimismo en otras ideas propias y que no sabe de qué forma conducir la polémica generada por la ley trans, que a este paso no va a ser aprobada en esta legislatura.

Sánchez ha retrasado días en realizar en frente de las embestidas de PP, Ciudadanos y Vox sobre la reforma del delito de sedición, precisa pues su regulación es decimonónica. Era preciso dejar en claro que el delito de rebelión prosigue vigente, por esos que sienten una preocupación lícita por la solidez del Estado de derecho. Y asimismo el producto 155, como ha recordado el presidente Sánchez. Lo de tocar el delito de malversación es algo menos comprensible y adolece de esa inclinación a parchear un Código Penal, ahora por sí prolijo, en vez de incidir en una unidad de doctrina, en la unificación de criterios jurídicos –lo que en este momento se busca de manera agobiada para la ley del solo sí es sí— y en una despolitización de la Justicia que, en algún momento, le va a pasar factura al PSOE en la Unión Europea, por mucha proyección mediática que le dé la presidencia del Consejo Europeo. Aun mucho más que un hipotético revés de los tribunales de europa a la sentencia del 1-O.

La enmienda socialista que deja fuera a los perros de caza de la novedosa ley de protección animal tiene carices de ser corregida, pero piensa otro resbalón, unida a la precipitación con la que se aprobó la novedosa ley del aborto, cuyas buenas pretenciones quedan empañadas por las disconformidades entre ministerios.

La única precipitación, la única urgencia que cabe en estos instantes es que fiscales y jueces fijen una situación indudable en relación a las penas que se tienen que imponer a violadores. La ley del solo sí es sí no se lo pone simple. Tampoco a las víctimas que, con absoluta valentía, denunciaron por el hecho de que confiaron en la Justicia.