No prosigo muy de cerca la política regional madrileña pero, si la opción mejor que el PSOE encontró para echar a Ayuso del gobierno autonómico es Juan Lobezno, temo que nos encontramos apañados.

En un reportaje con Carlos Alsina esta semana en Onda Cero, el tipo –que va de ases– trató de proteger la política del contentamiento con los nacionalistas catalanes que transporta años aplicando el líder de su partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

No obstante, su argumentario no ha podido ser mucho más desilusionante. Preguntado sobre la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación, Lobezno apuntó que hablamos de “una regla penal que no funcionó en el momento en que regía el PP pues sucedió lo que sucedió más allá de existir esa regla penal en vigor”.

“La malversación y la sedición que había en ese instante no impidieron lo que pasó en Cataluña rigiendo el PP en España. […] La regla penal se hace con la meta de eludir el ilícito penal que se define, esto es, es una regla desincentivadora de que eso se genere, y en un caso así como es natural eso no funcionó de esta manera”, añadió para justificar su acompañamiento a la abolición de la sedición y el abaratamiento de la malversación.

O sea, si proseguimos el razonamiento de Lobezno (y de este modo se lo propuso Alsina en la entrevista), lo correspondiente sería despenalizar el asesinato por el hecho de que su presencia en el Código Penal no impide que se prosigan generando asesinatos.

De la misma manera, el planteo del dirigente socialista es tan absurdo que nos llevaría a proteger que, para resguardar a las víctimas de la crueldad machista, deberíamos derogar las clases penales que ya están sobre este campo, ya que su vida no ha eludido que se prosiga hiriendo y matando a mujeres por la parte de sus parejas y exparejas.

En todo caso, el alegato del exalcalde de Soto del Real es engañoso, ya que sí que es verdad que su tipificación como delito no evitó la sedición del 1-O, no obstante, sí desincentivó cualquier otra previo, ya que no hubo otro intento afín desde la restauración de la democracia en España. Y, probablemente, no lo volvería a haber sin los indultos y sosteniendo el delito.

Pero aún hay mucho más. Lobezno asimismo defendió la derogación de la sedición para homologar la legislación nacional a la del resto de Europa. Por esa regla de tres, y si proseguimos despenalizando el procés, terminará resultando que sus líderes no hicieron nada ilegal.

“Me dio bochorno que España no tuviese aptitud para traer y evaluar a Puigdemont”, apuntó el dirigente socialista a lo largo de la entrevista, tal y como si fuera culpa nuestra que no nos entreguen al huido (ocurrió algo semejante con el dictador Pinochet y el Reino Unido de Tony Blair entre 1998 y 2000, y al contrario con Hervé Falciani y Suiza, aquí somos nosotros los que nos hemos negado repetidamente a extraditar al ladrón de datos bancarios).

Con todo, es posible que a Lobezno próximamente se le pase una parte de ese bochorno, ya que todo apunta a que, tras la supresión de la sedición y la rebaja de la malversación, Puigdemont no va a tardar en regresar a España. No va a hacer falta traerle (ya que lo va a hacer por su intención), y probablemente tampoco va a hacer falta juzgarle.

Otro éxito del partido del señor Lobezno.