Julio Anguita negó siempre y cuando, en la época de los 90, hubiese acordado con José María Aznar una pinza para terminar con el Gobierno socialista del PSOE. Sí reconoció que había cenado en la casa de Pedro J., a la sazón directivo de El Planeta, con el líder del Partido Habitual, quien le ha propuesto que apoyara una petición de censura contra Felipe González, pero que él se negó. En 2006, el político comunista publicó El tiempo y la memoria, donde prosiguió desmintiendo la presencia de aquella pinza, si bien aceptó que desde 1993 IU se había alejado del PSOE, hecho que facilitó que el PP pudiera lograr la alcaldía en cientos y cientos de ayuntamientos e inclusive el Gobierno de Asturias. Pasaron 30 años de aquella imaginaria operación contra el PSOE, y hay que admitir que el márketing socialista ha triunfado, y en la memoria histórica y democrática quedó que tal pinza existió. Aquella política socialista «del canutazo y de mensajes televisivos» –como afirmaba Anguita— terminó siendo productivo en un corto plazo para el PSOE que, merced a Jordi Pujol, ha podido soportar en la Moncloa hasta 1996, y para el desengañado líder de IU supuso su radicalización como anticapitalista y republicano federal. En los últimos tiempos hemos asistido a otra triunfadora pinza, pactada o no, entre el PP y PSOE para inhabilitar el desarrollo electoral de Ciudadanos. Los populares y garrafales fallos tácticos y también ideológicos de Rivera y Arrimadas han acelerado tanto su descomposición que esa imaginaria pinza no terminó por ser asumida como tal por la opinión pública. De cualquier modo, el resultado fué el esperado para los 2 primordiales partidos. El centro electoral ahora no posee una directa referencia política y, por consiguiente, volvió a ser el campo de guerra definitivo en el que socialistas y populares resuelven ahora sus próximas mayorías. Y es en esta coyuntura de disputa electoral por el granero centrista en el momento en que los intereses de tipo político de PSOE y Vox han vuelto a encajar. Una exclusiva pinza se puso en marcha, y la situacion del presunto protocolo antiabortista del Gobierno de Castilla y León fué solo la explicación para poner en un brete al líder conservador. Feijóo podría contestar forzando una crisis en el Gobierno autonómico o una exclusiva convocatoria electoral, quizás ganaría en autoridad y probabilidad como opción alternativa a Sánchez para el electorado indeciso y centrista, pero la perdería para el ámbito mucho más derechista. El peligro es asimismo colosal para Mañueco, que podría no revalidar su mayoría fácil en Castilla y León. Haya contestación o no a esta puntual pinza, van a venir varios aprietos promovidos al alimón por el PSOE y Vox, a rebufo de fallos tácticos o de afirmaciones absrudas de políticos conservadores. Pero, atención a Bendodo, el experimentado y premiado escritor de guiones de los conservadores en las últimas selecciones andaluzas, donde logró que la táctica coincidente de socialistas y ultras españolistas facilitase a Moreno lograr la mayor parte absoluta. La pinza es tan imaginaria como real. Vox sueña con el sorpaso por la derecha de la derecha, un deseo que para el PSOE resulta ahora demasiado productivo para descolocar al PP y quitarle el centro político. De aquí al 28 de mayo vamos a ayudar a canutazos provocadores, trasnochados y chillones al modo felipesiciliano o rancios y supremacistas al estilo garciagallardiano. Tanto da no entender de historia o de embarazos, de lo que se habla es de embarrar y que el idiota de turno pague la cena. La opción tranquila de Borja Sémper adelante de la comunicación del PP puede ser deficiente frente al incremento de decibelios que se estima. Los podemitas, incluyendo la sonriente Yolanda, tienen la posibilidad de ir ocupando sus asientos reservados. El espectáculo de la pinza empezó y ahora conocemos el nombre de los nominados, si bien la serie no haya acabado.