Entre las muchas anécdotas chuscas surgidas de la desaparecida gaceta de comics El Serpiente, una institución del underground barcelonés, mi preferida es la próxima:
Un óptimo día, el distribuidor de la editorial, popular por el nick de El Viejo (no averigüé su genuino nombre ni en el momento en que murió no hace bastante, pero lo recuerdo como un tipo muy simpático), observó con disgusto que le habían robado el ciclomotor con el que se movía por la localidad. Se presentó en comisaría para denunciar el robo y, tras identificarse convenientemente, se lo han quedado pues lo andaban intentando encontrar por algún delito menor. Antes de encerrarlo en un calabozo, le dejaron realizar la llamada telefónica de rigor, que El Viejo logró a su jefe, José María Berenguer (que en paz duerma bien asimismo), a fin de que lo sacara de allí con la asistencia del letrado de la editorial. Ahora puestos, El Viejo le ha dicho al jefe que le trajesen una piedra de hachís al trullo para lograr enfocar la molesta situación con un tanto mucho más de alegría. Dicho y hecho. Berenguer y el leguleyo alterno se presentaron en vía Laietana con el regalo de El Viejo. Mientras que este y el letrado se daban la mano, se causó la distribución del hachís, con tan mala fortuna que la piedra se cayó al suelo y comenzó a rodar hasta encontrar con el zapato de un agente de la policía nacional. Conclusión: los tres para adentro y Berenguer llamando a otro letrado para poder ver si los sacaba de allí.
Si saco a colación esta historia inverosímil no es para recalcar el espíritu alterno de la temporada, sino más bien pues me ha recordado a eso que le pasa hoy en día a Gonzalo Boye, letrado de Carles Puigdemont y su alegre pandilla de Waterloo –que se juegan estos días la inmunidad parlamentaria en Bruselas—, a quien se le ha abierto juicio oral por su presunta cooperación en los delitos del narcotraficante gallego Sito Miñanco. Me hago una pregunta si Puchi, como Berenguer en su instante, no se verá obligado a llamar a un letrado a fin de que saque del talego a su letrado. Y esa pregunta me ha conducido a una peculiar prueba: Puchi y los suyos me recuerdan poderosamente a una versión sin felicidad alguna de Makoki y sus costrosos amigos Morgan, Emo y El Niñato. Si cambiamos el casco con cables en la cabeza de Makoki por la fregona que Puchi luce orgulloso en la suya, el semejante se aumenta. Y del mismo modo que entre los compinches de Makoki (en este momento no recuerdo si Morgan o Emo) confundía, en el transcurso de un viaje a Novedosa York, a la policía de Manhattan con la Ertzaintza, los compadres de Puchi llevan cierto tiempo considerándose parlamentarios de europa de pleno derecho merced a unas situaciones mucho más bien controvertibles. El underground barcelonés se ha alejado a la política independentista catalana, donde una pandilla de falsos asilados es dependiente de un letrado tramposo para proseguir hurtando su cuerpo al sistema. Como es natural, el lazismo vió la sucia mano del deep state español tras la apertura de juicio oral a Boye, maniobra con la que se aspiraría a dejar a Puchi sin defensa alguna, pero dada la peculiar trayectoria profesional del chileno excolaborador de ETA y su incierta catadura ética, uno le cree a la perfección con la capacidad de haber participado en las trapisondas financieras de Sito Miñanco e incluso de haberle echado en la niñez una manita a Ronald Biggs para perpetrar el célebre ataque al tren de Glasgow.
Del mismo modo que no todos y cada uno de los abogados se veían listos para las cosas de El Serpiente, no debe ser simple localizar a un leguleyo que se preste a ocuparse de las de Puchi y su cuadrilla. El inconveniente de recurrir a alguien como Boye es que te tienen la posibilidad de terminar enchironando por temas en los que tú no tuviste nada que ver, pero que a él lo asisten a llegar a final de mes. Quedarse sin letrado en el momento en que te andas jugando la inmunidad parlamentaria, lo que acrecentaría tus opciones de ser devuelto a tu país para ser juzgado de ahí que que en este momento llaman desórdenes públicos agravados, no es lo destacado que te puede pasar, pero ahora se conoce que, en tu situación, te debes apañar con lo que hallas en el momento de defenderte, y lo que hallas es a gente como Gonzalo Boye.
Triste es reconocerlo, pero el underground catalán por el momento no es lo que era en los buenos viejos tiempos de El Serpiente. Reemplazar a la cuadrilla de Makoki por la de Puchi es un desdoro para el planeta alterno, pero no hay mucho más antídoto que apañarse con esta en pos de algo de sincera diversión. Yo prefería a los cafres conformados por Gallardo y Mediavilla (asimismo muertos, los pobres) que a los majaderos de Puchi, pero me debo soportar: como dicen generalmente, estos bueyes contamos, con estos bueyes aramos.