Redacción: Iago Padron Puga | Fotografía: Elena Martínez Velasco

Aunque sea Navidad, a veces resulta difícil encontrar tiempo para la familia. La clase de tiempo que nos une, donde hacemos cosas juntos; cuando verdaderamente conectamos a través de algo en común. Pero ese no ha sido el caso de los padres y alumnos del Instituto Ramón y Cajal. Niños y adultos han aunado fuerzas y horas para hacer una chocolatada fuera de lo común. ¿El propósito? Recaudar fondos para ayudar a la ONG Maná a la hora de ampliar una guardería en Malí.

UNA FAMILIA A TRAVÉS DE LA LEVADURA

La chocolatada empieza cerca de las once de la mañana del viernes 21 de diciembre. María Moreira, la presidenta del AMPA del Instituto Número 7, nos recibe en el caos previo a cualquier evento. “Cuando llegue el chocolate os atiendo”, asegura entre sonrisas y pequeñas carreras para asegurar que todo está en su sitio.

Decidimos esperar al abrigo de cerca de 70 jóvenes y el inevitable barullo que les corresponde. El hall del Ramón y Cajal huele a ebullición, a clímax tras un largo periódo de preparación. Y, por fin, el chocolate hace su aparición estelar, acompañado de un ruido y un tumulto aún mayores.

Cada ticket cuesta solo 1€, y con dos puedes llevarte un chocolate y un bizcocho“, dice María detrás de nosotros. Logramos encontrar un rincón silencioso donde hablar con tranquilidad de su idea, los preparativos y… el propósito.

Mis hijos están en un grupo scout donde suelen hacer este tipo de eventos“, relata María. “A principios de Octubre, se me ocurrió proponer esto al AMPA, y la directora del centro aceptó encantada”, detalla.

Degustamos el chocolate entre bromas y grabaciones. “Tickets, raciones baratas e implicar a padres e hijos. Cada gramo de bizcocho es casero“, expone Moreira. “A veces, los padres no pasamos ratos con nuestros hijos haciendo cosas juntos. La idea es que sea algo compartido”.

SOLIDARIOS IMPLICADOS

María nos explica el proceso de organización entre bizcocho y sorbo. “El AMPA ha pagado por el chocolate, porque creemos que es natural reflejar la cuota en cosas palpables“, reflexiona. “De 86 socios, han participado cerca de 40 familias”.

“Y además, lo que sobre de bizcocho irá destinado al Cotolengo, margen aparte de lo recaudado”, cuenta María. “Tal vez sean los propios alumnos los que lo lleven ahí“.

Pero la participación de los alumnos no se ha limitado a eso. “Los de 4º de la ESO han hecho la cartelería, los tickets…incluso han organizado un concierto“, dice la presidenta. “Y también están ayudando con la propia venta de bizcochos y chocolate”, cierra con una sonrisa.

Y así, el Instituto Ramón y Cajal ha conseguido 420 euros de beneficios en apenas una hora de chocolatada. Con tan sólo alumnos y profesores consumiendo. “Vamos a repetir sí o sí, y pensaremos en abrirlo de cara al público”, dice María antes de volver a sus caóticas carreras.

Esos 420 euros serán destinados a ayudar a la ONG Maná en su lucha por ampliar la guardería Kanuya de Malí. Mientras tanto, tal vez unas cuantas familias hayan logrado reencontrarse a través de un horneo lento. Porque seamos claros: en estas fechas, mejor las cosas claras…. y el chocolate espeso.