Sin solamente haber podido recuperarnos de las Navidades y sus casuales excesos, ahora existen muchos que opínan en las próximas entrañables fiestas. No tanto por melancolia de las pasadas como por un deseo irrefrenable de que transcurran los próximos 12 meses de la manera mucho más rápida viable. Quien no se haya enterado que vaya haciéndose a la iniciativa: se aproxima un año en el que los idiotas tienen la posibilidad de ver la enorme apoteosis de la celebración de la democracia con selecciones a tutiplén, los mucho más pesimistas expectantes de corroborar sus previsiones económicas apocalípticas, los mucho más incrédulos por eludir un periodo de tiempo de tormenta política continuada y los optimistas para poder ver si el planeta se ordena y dejamos atrás guerra, inflación y otros males locales o globales sin precisar opinar que los pájaros maman por el hecho de que lo comenten Zelenski o Putin.

Nos encontramos en campaña electoral y de este modo vamos a seguir hasta el próximo 31 de diciembre: municipales, autonómicas y en general. Solo falta que se adelanten las de Cataluña, por servirnos de un ejemplo, al 1 de Octubre, fecha preñada de melancolia y simbolismo para el independentismo. Meditar en el calendario genera agobio y una enorme pereza intelectual. Habitual, ya que la novedad de estos días ha sido la canción de Shakira, en donde proclama como nuevo eslogan eso de que “las mujeres por el momento no lloran, las mujeres facturan”, y no exactamente por un tema mercantil. Va a ser un periodo de tiempo en el que políticamente observaremos de manera previsible de qué manera se hace situación aquello de que todos son tiburones esperando de que aparezcan indicios de sangre en el mar. Todo es viable, puede pasar cualquier cosa o no acontecer nada.

La primera parada de esta tournée electoral va a ser el 28 de mayo. Tiempo queda y investigaciones observaremos a un montón hasta el momento. Barcelona va a ser una plaza primordial y, como en ciertos otros cosos relevantes, la guerra va a ser descarnada. Por lo menos, las candidaturas para la alcaldía ahora están precisadas y el “efecto Trias” semeja hacerse ver ahora en los estudios de opinión: la marca Junts tiene un poco valor y lo que predomina es la figura del candidato, justo lo opuesto de lo que sucede con el socialismo, en donde PSC pesa considerablemente más que su aspirante municipal. Se advierte aun en ciertos entornos de eso que podríamos denominar “burguesía barcelonesa”, una inclinación conveniente al exalcalde exconvergente que actúa en alocuciones del tipo hay que votarle pues “es de los nuestros”, si bien tenga veleidades independentistas. Se puede ver también una clara incomodidad entre los recurrentes por la indecisión de los desenlaces: ciertos de sus líderes aceptan privadamente la iniciativa de que su período se agota y que van a perder la alcaldía.

Ajeno de los datos de la encuesta que La Vanguardia publicaba ayer, acertada desde una visión técnica, si bien la exhibe logre ser escasa para muchos, la demoscopia necesita ahora de la app de técnicas mixtas que, aparte de dividir el electorado, cubran proporcionalmente toda la población por edades y campo popular. Queda tiempo hasta el 28-M y va a haber que estar alerta a de qué manera incorpora su estrategia cada capacitación. No obstante, comienzan a concretarse ciertas cosas, al paso que actúa hartazgo con la actuación del vigente aparato municipal y se prolonga la iniciativa de que Ada Colau es la peor regidora de la región. La enorme guerra va a ser movilizar a esa tercera una parte de titubeantes que se descubre en Barcelona. El reciente acercamiento de Ada Colau y Xavier Trias, bastante alén de un ágape cordial para sellar un pacto de no agresión, apunta a una estrategia compartida de polarizar el enfrentamiento preelectoral: Trías o Colau sería el eje de una campaña prácticamente a 2. Un plan que puede favorecer a los dos y dañar al resto.

Si el primero logra recobrar votos de ERC, que indudablemente es lo que quiere, la segunda y sus fieles van a estar contentos, dada la lealtad de sus votantes y más allá de esa señalada percepción de fracaso. Mucho más aún si se tiene presente que Jaume Collboni semeja estar a por uvas y precisado como eterno candidato a primer teniente de alcalde, esté quien esté adelante del Municipio. Para muchos puede parecer reflejo de su deseo de que se consolide una “sociovergencia” que deje sacar de la alcaldía a los recurrentes. Además de esto, sin que esté clara cuál es la estrategia del PSC, mucho más ligado que jamás de los designios del PSOE y concentrado en negociar los Capitales de la Generalitat, van a hacer lo que Pedro Sánchez decida, tanto en relación a este tema como a los probables pactos después de las municipales, para sostener su conjunción societaria y proseguir en La Moncloa.

Esperando de de qué manera evoluciona la negociación entre Pere Aragonès y Salvador Illa sobre los capitales, esta semana asistiremos a un acto insólito y estrafalario con ocasión de la cima hispanofrancesa del día 19. Mientras que el President de la Generalitat ejercite en forma de anfitrión y convidado de piedra, sus colegas independentistas, con Oriol Junqueras a la cabeza, se manifestarán en contra. Un enorme ejemplo de ese pragmatismo que ciertos desean ver en la capacitación republicana, si bien solo semeja servirles para caldear el ámbito tras la reforma del Código Penal y el séquito de consideraciones judiciales que vimos estos días. En el fondo, su pragmatismo se disminuye a seguir dando la chapa con el trasfondo de “lo volveremos a realizar”. Hasta entonces, vamos a seguir interrogándonos sobre qué es seguramente eso de “pacificar Cataluña”, expresión tan al gusto de La Moncloa.